lunes, noviembre 21, 2005

Cuenta la historia de cómo una luna se convirtió en muchas para volverse a convertir en una.

11-7-2004

No puedo dejar de hablaros
de la historia que me contaron anoche,
una de esas historias que se cuentan
entre vaso y vaso de vino
en los bajos fondos de la ciudad de Madrid,
una de esas historias que circundan la verdad
impulsándose hacia la fábula.


Esta es la historia de un hombre que se enamoro de la luna
y por mil y una veces,
porque todas las cosas importantes
se deben intentar una vez mas de lo previsto,
se propuso enamorarla
con palabras y galanterías
propias de un bohemio arruinado.
He aquí que os he de narrar los primeros intentos,
que como todas las primeras veces
son torpes y de poca habilidad,
lo cual no significa que no merezcan ser contados.


Se decía que este hombre,
al principio solo miraba a la luna.
La anhelaba y la observaba allá en lo alto
sin atreverse si quiera
a decirle palabra alguna
por miedo a verse rechazado
por tan importante amante.
Se paso noches enteras mirándola,
viendo como se paseaba por el cielo de Madrid.
Viendo como seducía
a otros tantos hombres que la miraban
y observando a su vez
como estos hombres a veces la complacían,
pero otras muchas
la dejaban apesadumbrada con melancolía por un mejor amor...
Todo esto lo observaba nuestro hombre enamorado que,
aun con todo y con eso,
no se atrevió a pronunciar palabra,
aunque pensara que la luna seria feliz teniéndole a el como amante.

Un día,
se decidió a hablarla,
lo hizo como quien no hace nada importante,
se dice que la luna estaba fumando de un cigarrillo,
asomada a algún bacón,
mirando la noche de Madrid,
cuando nuestro hombre se propuso hablarla.
Pero como ya hemos dicho
la torpeza y la inexperiencia
salió a resurgir cuando se acerco a ella.
Lo único que consiguió esa noche
fue pedirle fuego
y comentarle que hacia una buena noche.
Luego de eso
suplico a las estrellas llorando
que le dijeran
la forma de conquistar a la luna.
Las estrellas esa noche guardaron silencio.


A la noche siguiente,
se acerco con paso seguro
al lugar donde creería encontrar a la luna,
tenia preparadas palabras de amor
fruto de una noche en vela
a causa de las constantes lagrimas
que corrían por el rostro de nuestro protagonista.
Sus palabras se perdieron en el viento
Puesto que cuando abrió la puerta del lugar donde debería estar la luna,
encontró a otro hombre
que la estaba esperando.
Este otro hombre era un apuesto galán
con modales principescos
que parecía muy digno de ser compañero de la luna.
Nuestro amigo
dejo caer el ramo de flores que había recogido por el camino
y se fue por donde había venido
dejando escapar las palabras que tanto había pensado...
La luna se merecía a alguien mejor que él
para que la amara y la cubriera de elogios.

18-10-2004


No tardo demasiado en volver a ver a la luna,
caminando borracha entre bar y bar,
apesadumbrada
y llorando la perdida de su ultimo amor...
y así como iba
se ofreció, sin pensarlo, a acompañarla a su casa
y la luna le miro
como miran los borrachos,
con una mezcla de asombro y admiración.
Acompañándola a casa,
la luna,
en uno de sus ebrios desvaríos
le confeso su amor
y nuestro hombre
asombrado
no pronuncio palabra...


A la noche siguiente a la siguiente
el hombre miro al cielo
y beso tiernamente a la luna
sin mediar palabra alguna,
la luna,
sorprendida,
le acompaño el beso...
Las estrellas esa noche...
guardaron silencio...

No tardo mucho la luna en aburrirse
y en volver a dirigir sus miradas a otra parte,
en olvidarse...
en abandonar...

Nuestro hombre
invadido de pena y dolor
acabo en una pequeña taberna
de una localidad madrileña,
llorando su suerte
y ahogándola con vino...
[P.D.: Esto es una... "historia" que tengo desde hace tiempo en el ordenador... y antes de que se pierda en el caos informatico que hay en mi casa prefiero que desaparezca en la inmensidad de la red...]